Si ya de por sí es algo inaudito que Hans Christian Andersen (1805-1875) estuviese en Burgos, lo es más que estuviese a punto de morir asfixiado allí. Resulta que cuando visitó España en 1862 quiso pasar por Burgos, lugar en el que está enterrado uno de sus héroes, el Cid.
Andersen y sus acompañantes encendieron un brasero en la posada en la que se quedaron…
Como hacía mucho frío, puesto que era diciembre, Hans Christian Andersen y sus acompañantes encendieron un brasero en la posada en la que se quedaron. El problema es que no lo apagaron para dormir. En mitad de la noche, el artefacto empezó a soltar mucho humo. Menos mal que el escritor y poeta danés se despertó y consiguió abrir la ventana, salvándose así de una muerte segura. No es broma. El autor de «El patito feo» o «La sirenita» lo describe así en su libro «Viaje por España».
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