La tejeda del valle del Tera exige un esfuerzo. Tendremos que destinar casi una jornada si queremos disfrutarla con cierto detenimiento. Partiendo de ese asomadero al lago de Sanabria que es la población de San Martín de Castañeda, iremos atravesando el paciente valle glaciar en dirección a Ribadelago. Asistiremos a una lección mixta de escultura y geología: la contemplación de la montaña horadada en artesa de granito, nos relata un modelado de millones de años por un agua perseverante, tenaz.
En la senda, el río Tera va formando una eterna consecución de escalas del paisaje variables, diversas, enriquecidas de visuales. Igual se encierra en estrechos pasillos que se abre en anfiteatros rocosos.
Mediado el recorrido, próximo al lugar llamado de la Cueva de San Martín, encontramos los tejos relictos, con una acebeda en vecindad a la que también rendir culto. El encuentro habrá de ser respetuoso, callado. Su longevidad, casi eterna, merece nuestro más sincero respeto.
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Libro recomendado: San Manuel Bueno, mártir de Miguel de Unamuno.