Domingo de Soto es uno de los personajes del siglo XVI más injustamente olvidados por la historia científica de este país. Nacido en Segovia en 1495, vivió en pleno Siglo de Oro y se interesó por la filosofía, la teología (fue seguidor de Santo Tomás de Aquino), la lógica, las matemáticas, la economía, la ingeniería y, por supuesto, por los derechos de las personas. No en vano, formó parte de la Escuela de Salamanca.
Estudios
Sus padres le bautizaron como Francisco, pero al ingresar en los dominicos en 1525 tomó el nombre del fundador de la orden. Estudió en la Universidad de Alcalá y en la Universidad de París. En la institución alcalaína obtuvo la cátedra de Metafísica en 1520. En 1532 ocupó la Cátedra de Teología de la Universidad de Salamanca y, entre 1540 1542, fue prior del Convento de San Esteban de la capital salmantina, donde lo sería otras dos veces más.
Hitos teológicos
Entre algunos de los hitos teológicos que marcaron su vida, destaca que en 1545 participó como teólogo imperial en el Concilio de Trento. Sustituyó a Francisco de Vitoria, que no podía ir, y con quien está considerado cofundador del derecho internacional moderno. Además, en 1548 participó en la redacción del Interim de la Dieta de Augsburgo (contra los protestantes), donde conoció al fraile dominico y confesor real Pedro de Soto, sustituyéndole en ese cargo ese mismo año. Otro jalón en el camino religioso, que prueba, además, su personalidad es que rechazó el nombramiento como obispo de Segovia.
Por supuesto, escribió libros de teología, derecho, filosofía y lógica: De iustitia et iure (1557) y Ad Sanctum Concilium Tridentinum de natura et gratia libri tres.
Galileo y Newton
Lo que ya es menos conocido de Domingo de Soto es que estableció por primera vez que un cuerpo en caída libre sufre una aceleración constante, base de los estudios de Galileo y Newton sobre la gravedad: «cuando un grave cae a través de un medio homogéneo desde una altura, se mueve con mayor velocidad al final que al principio […], pero además [su velocidad] se incrementa de un modo uniformemente disforme». También infirió que la Tierra es quien mueve los cuerpos en caída libre, incluso sin estar en contacto con ellos.
Economía
En cuanto a la economía, estudió los contratos, la actividad del intercambio mercantil, la determinación del precio justo o la usura. Por otra parte, en 1545 publicó en Salamanca Deliberación en la causa de los pobres, lo que da una idea de su preocupación por el tema de la pobreza de la época que le tocó vivir.
Escalera de Domingo de Soto
Por si todo lo anterior fuera poco, también presidió las juntas de subsidio y fue Calificador Real, visitando las librerías y bibliotecas salmantinas buscando libros herejes y biblias luteranas.
Destaca por una novedad técnica para la época: todo el peso de la escalera se sostiene en su primer tramo y se apoya únicamente en la pared…
Además, impulsó la famosa escalera de Soto en el convento de San Esteban salmantino. Esta genialidad arquitectónica, construida por el arquitecto Rodrigo Gil de Hontañón, destaca por una novedad técnica para la época: todo el peso de la escalera se sostiene en su primer tramo y se apoya únicamente en la pared. El resultado es un espacio mucho más diáfano.
Fallecimiento
Una vez retirado de sus labores profesionales se le nombró prior del convento de San Esteban, tan presente en toda su vida, por tercera vez en 1560. Ese mismo año fallece el 15 de noviembre. A sus funerales acudió la flor y nata de la ciudad y cientos de ciudadanos que quisieron darle el último adiós, igual que su discípulo Fray Luis de León, quien pronunció sus honras fúnebres.
En definitiva, un hombre del Renacimiento que nació antes de esa época y que contribuyó desde Segovia y Salamanca a mejorar la sociedad que le tocó vivir.
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(Imagen: De Vicente Alcober Bosch, Valencia (España) – Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=41589249)