Médicos en Segovia ha habido muchos, pero como Andrés Fernández Velázquez Laguna, pocos. Este doctor, que firmaba sus escritos como Andrés Laguna y que todo el mundo conoce como el doctor Laguna, se especializó en la farmacología y la botánica, además de la filología, y publicó 25 obras, entre ellas la importantísima «Anotaciones a Dioscórides».
Es más, dominaba el castellano, el latín, el griego, el alemán, el portugués, el italiano y el francés y fue médico del emperador Carlos V, del rey Felipe II y de los papas Paulo III y Julio III. Pero también es conocido por sus ideas humanistas al abogar por una Europa unida y porque aparece en el Quijote: «Tomara yo ahora más aína un cuartal de pan o una hogaza y dos cabezas de sardinas arenques, que cuantas yerbas describe Dioscórides, aunque fuera el ilustrado por el doctor Laguna».
Nacimiento y estudios
Andrés Laguna nació en Segovia en 1510 y era hijo de judíos conversos en una época en la que Torquemada y la Inquisición tenían mucho poder. Su padre era médico y él quería serlo, pero los conversos no podían estudiar medicina, así es que, después de estudiar dos años de Artes en Salamanca, se trasladó a París en 1530 y allí se graduó en artes y en Medicina. Además, estudió lenguas clásicas con el fin de leer en lengua original a Dioscórides, médico de la Grecia Romana del siglo I.
Jardín botánico de Aranjuez
De 1540 a 1545 fue médico de la ciudad de Metz. Entre 1545 y 1554 impartió clases como Doctor en la Universidad de Bolonia y fue médico de Julio III. Regresa a España a finales de 1557. Fue médico de Felipe II, a quien pidió que creara el Jardín botánico de Aranjuez.
Fallecimiento de Andrés Laguna
El 28 de diciembre de 1559, el Doctor Laguna muere en Guadalajara y sus restos reposan en la capilla de Santa Bárbara de la iglesia segoviana de San Miguel.
Discórides
Andrés Laguna tiene mucho prestigio en el ámbito de la historia de la medicina por traducir, corregir y ampliar el Dioscórides, tratado médico del siglo I escrito por el cirujano griego Pedacio Dioscórides. Tal fue su importancia que en cuanto se publica en 1554 se convierte en una lectura obligatoria para los boticarios españoles hasta casi el siglo XIX. Su éxito residió en que estaba escrito de forma sencilla y directa para que todo el mundo lo entendiera y en que todo lo que ponía había sido experimentado por el propio Laguna en sus continuos viajes por Europa.
Y este es el gran personaje segoviano que dio incluso nombre a un árbol, «la lagunaria» y que, por supuesto, merece un sencillo artículo como este en Patrimonio Activo CyL.
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