Peñalcázar es un pueblo abandonado en el que hay que pasear para identificar, entre el silencio, la huella de su último aliento.
El Convento de la Hoz, en la segoviana Sabúlcor, es una metáfora de la vida, de la que recordamos la paz de sus carreteras comarcales.
Eván de Arriba y Eván de Abajo son dos castillos situados en Sieteiglesias de Trabancos que nos hacen recordar con melancolía lo que pudimos ser y no fuimos.
Casas de la Sierra, pueblo abandonado abulense al que nunca llegó la electricidad, es una ventana para dejar que la memoria te hable de sus vistas privilegiadas a la Sierra de Gredos o al Aravalle.
La mera contemplación de la ermita de San Juan Bautista frente al monte Gayubar es catárquica y hace que mires en tu interior. Y en el suyo, donde descubres que se unen todos y la realidad sale a la luz.
Al dar un paseo por el Monasterio de San Salvador de Nogal de las Huertas, te das cuenta de que la poesía está ahí, acechándote, y de que tarde o temprano alcanza a cualquier lugar.
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Monasterio de San Juan de Duero: sólo queda el silencio
Cuando uno piensa que por el claustro del Monasterio de San Juan de Duero, a las afueras de Soria, pasearon caballeros de la orden de San Juan de Jerusalén, sus fundadores, desde el siglo XII hasta el XVIII, no puede evitar pensar en todo lo que allí ocurrió y que ahora sólo queda el silencio.
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El castillo de Castrotorafe y la música de The Leftovers, lágrimas en el río Esla
A ver el castillo de Castrotorafe, en San Cebrián de Castro (Zamora), hay que ir solo. A ver el castillo de Castrotorafe hay que ir escuchando la banda sonora de The leftovers…
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