Con la intención de visitar el Castro de la Cogotas me acerque hasta Cardeñosa, un pueblecito abulense muy cercano a la capital. El sol de la mañana se alza tímidamente sobre el horizonte, iluminando el camino que serpentea entre los campos de la provincia de Ávila. A pesar del brillo del sol, el aire es frío y seco, típico de estas tierras castellanas en invierno. Camino con paso ligero hacia el Castro de Las Cogotas, pues desde Cardeñosa hay cerca de cinco kilómetros hasta el castro. Los caminos y sendas trascurren por un paisaje de encinas y ligeras pendientes.
El Castro de las Cogotas
Al llegar, me encuentro con una elevación rocosa que domina el paisaje. Desde aquí se divisa el valle del río Adaja, una vista que sin duda ofrecía a los antiguos habitantes de este castro un control privilegiado sobre el territorio. Me detengo un momento y respiro hondo. El viento trae consigo el eco de tiempos pasados y no puedo evitar imaginar a los vetones que, siglos atrás, construyeron estas murallas de grandes bloques de granito. Hoy solo quedan restos, pero su solidez aún impone respeto.
Comienzo a subir por un sendero que me lleva hasta la entrada del castro. La estructura de la muralla es impresionante: enormes piedras encajadas unas con otras, sin argamasa, formando una defensa que debía ser casi inexpugnable. Las puertas en codo, diseñadas para dificultar el acceso a los enemigos, me recuerdan que este no solo fue un hogar, sino también un bastión frente a posibles invasores.




La vida hace 2.500 años
Dentro del castro, camino por lo que alguna vez fueron las calles de un pueblo lleno de vida. Me imagino las casas de adobe y madera, el humo saliendo de los hogares donde se cocinaban alimentos con el grano cultivado en los alrededores. Quizá en un día como hoy, los habitantes vestían pieles para protegerse del frío mientras los niños corrían entre los corrales, donde se criaban caballos, ovejas y vacas.
No puedo evitar pensar en los verracos, esas enigmáticas esculturas de piedra con forma de toros y cerdos, símbolo de los vetones. Se han encontrado varias en los alrededores y, aunque su significado exacto sigue siendo un misterio, se cree que protegían el ganado y el territorio. Imagino a un pastor de la época, envuelto en su capa, observando el horizonte en busca de posibles peligros, confiando en la protección de estos guardianes pétreos. La imagen muestra el conocido Verraco de las Cogotas que puede verse en Ávila:

https://es.wikipedia.org/wiki/Verraco_de_las_Cogotas
El sol va subiendo poco a poco, y el frío de la mañana empieza a suavizarse. Me acerco al borde del castro y miro hacia el río Adaja apresado en un pantano que quita la sed de Ávila capital. Esta agua debió ser la vida del asentamiento, un recurso vital para sus habitantes. Quizá en su orilla recogían agua en grandes vasijas de cerámica, como las que hoy pueden verse en el Museo Provincial de Ávila.
Antes de marcharme, giro una última vez la vista hacia las murallas y las ruinas dispersas entre la hierba. Aquí, en este promontorio rocoso, hombres y mujeres vivieron, trabajaron y defendieron su hogar. Hoy solo quedan piedras, pero su historia sigue viva, susurrada por el viento que acaricia el castro en esta fría pero luminosa mañana.
Si quieres saber mucho más sobre este castro en YouTube tienes multitud de videos, te dejo tres direcciones, pero como te indico hay muchos más:
Gastronomía para reponer fuerzas
Una vez hayas concluido tu visita, si te apetece tomar una tapa y un refresco tienes muy cerca Ávila con una abundante oferta de bares y restaurantes. En esta ocasión me detuve en el hotel Los cuatro Postes, para tomar las famosas patatas meneas. Muy ricas y vigorizantes después de la caminata.
Os animo a esta excursión y, por cierto, alrededor de Ávila hay varios castros que se pueden visitar: Castro de Ulaca, el Castro de la mesa de Miranda y el que acabo de mostraros: el castro de Las Cogotas. No os olvidéis de visitarlos.
Algunos términos
Vetones: fueron un pueblo de origen celta que habitó la meseta occidental de la Península Ibérica, en lo que hoy es el oeste de España y el norte de Portugal, aproximadamente entre los siglos V a.C. y I d.C.
Su periodo de mayor esplendor fue durante la Segunda Edad del Hierro (siglos V-I a.C.), antes de la llegada de los romanos. Sin embargo, tras la conquista romana de la península (siglo I a.C.), fueron asimilados y su cultura fue desapareciendo progresivamente
Castro: Un castro es un tipo de asentamiento fortificado, en este caso construido por los vetones. Estos castros eran poblados amurallados situados generalmente en lugares estratégicos, como colinas o promontorios, para facilitar su defensa. Estaban rodeados de murallas y fosos. En su interior se encontraban las casas que solían ser redondas o rectangulares. La economía giraba en torno a la agricultura y la ganadería, y, en el caso de los castros vetones, se suelen encontrar los famosos verracos de piedra.
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Si quieres conocer más sobre Castilla y León, como esta del Castro de las Cogotas, visita nuestra web, la de Patrimonio Activo CyL.