Si eres caminante y paras en Villanueva de Duero en Valladolid es porque el destino y la corriente del gran río te han llevado hasta allí. Mírame a mí, que estoy aquí desde 1441 y te saludo a lo lejos para que dirijas tu atención hacia aquí. Soy única. Soy la cartuja de Nuestra Señora de Aniago, la única de la provincia de Valladolid y tuve una larga vida. Mis arrugas, mis ruinas, así lo demuestran.
Frailes y soldados
Viví hasta 1836, cuando fui y fueron exclaustrados los monjes cartujos que en mí habitaban. Pero sus pasos, silenciosos y llenos de fervor se escuchan en mi memoria. Igual que el repiqueteo de los tacones de los soldados napoleónicos que me habitaron durante 1808.
Aquí se alimentaron guerreros, caballos y mulas de carga. Aquí estuvieron, vivieron, durmieron. Supongo que aquí sintieron, pero también intuyo que eso depende del corazón y el mío sólo es de piedra y sol.
Iglesia austera
De lo que sí me acuerdo es de que mi iglesia era austera, pues la planta tenía una sola nave, y construida en piedra de sillería hasta el arranque de las ventanas.
De ello sólo me queda la espadaña, erguida sobre mis pobres y desnudos huesos…
También me acuerdo de mi antigua gallardía y orgullo. Era una cartuja, pero era bonita. De ello sólo me queda la espadaña, erguida sobre mis pobres y desnudos huesos. Sí, mis pobres y desnudos huesos, como los de todos. Como los de mi memoria…
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(Imagen de interior: De Juegopasivo – Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=42078997)
(Fotografía de portada: https://elorigendelvino.com/)