Aver el castillo de Castrotorafe, en San Cebrián de Castro (Zamora), hay que ir solo. Aunque sólo sea como homenaje a un edificio que lleva desde 1688 abandonado, tal y como dicen las crónicas: «En quanto a la villa de Castrotorafe esta arrasada y sin habitacion alguna sino es la iglesia y esta necesita de muchos reparos y la cerca de dicha villa esta toda aportillada y caida y el castillo y fuerte en quanto a la canteria esta bueno pero la bivienda del palacio que avia en el toda esta arrasada e inabitable y se tiene noticia que en tiempo que fue comendador el señor conde de Benavente dicho palacio se avitaba y en dicho castillo avia armas y tiros y al presente no ay cosa alguna».
The leftovers
A ver el castillo de Castrotorafe hay que ir escuchando la banda sonora de The leftovers, compuesta por Max Richter. En esa serie, el 14 de octubre del 2011, a las 14.23 horas ocurre «La Partida Súbita», fenómeno en el que desaparecen 140 millones de personas, el 2% de la población mundial. Y mucha gente se queda sola.
Me gusta imaginar Castrotorafe como ese mundo en el que desaparece la gente y otros muchos se sienten solos. La devastación de la pérdida y la lucha desgarradora por seguir adelante, seguir viviendo y, por qué no, seguir amando. Porque, al fin y al cabo, el amor se nos impone cuando ya no queda nada.
Ya no queda nada
Es verdad, ya no queda nada de aquel castillo construido antes de 1319 por orden del Infante Juan de Castilla «el de Tarifa», hijo de Alfonso X de Castilla. Casi no queda nada de su doble muro, ni de su torre del homenaje. Ya no queda casi nada de ese trapecio irregular en el que se dispararon cañones, se vivió, se murió y se echó de menos. Pero ¿sabes lo que te digo? Que, en realidad, queda todo.
Me dejo llevar y echo de menos a aquellos que se fueron y los veo en las sombras de cada trozo de mampostería o de sillarejo.
Por eso, paseo por Castrotorafe solo y con mis cascos mientras escucho piezas como «The departure». Esa sensación profunda, distópica y emotiva que te lleva irremediablemente a la melancolía es arrolladora. Me dejo llevar y echo de menos a aquellos que se fueron y los veo en las sombras de cada trozo de mampostería o de sillarejo, los temo tumbados en lo poco que queda del foso que rodeaba esa fortificación fantasmal y los siento en mi interior, probablemente igual de arruinado que mi corazón en esos momentos. Aunque lo agradezco porque de vez en cuando conviene perderse solo, como ese castillo se pierde en la niebla del tiempo y llora con las lágrimas del río Esla que pasa cercano y tranquilo, porque nada tiene sentido y es tristemente bonito.
Lágrimas
Y a mí me gusta imaginar que es con las lágrimas de toda la gente que fue sola al Castillo de Castrotorafe y lloró escuchando una melodía bella y apocalípticamente emotiva que le hizo recordar a los suyos entre las sombras y la niebla.
Puedes escuchar aquí debajo The departure, pieza que forma parte de la BSO de «The leftovers» compuesta por Max Richter y que nosotros hemos incluido en nuestra lista de música para visitar espacios que tienen mucha poesía y emoción en Castilla y León.
(Imagen: De Rodelar – Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=10365285)